La nutrición adecuada es uno de los aspectos fundamentales para lograr el desarrollo integral de los bebés y niños. Después de la lactancia materna exclusiva durante el primer semestre de vida, inicia el proceso de introducción de los alimentos. Esta fase debe realizarse de forma oportuna y cuidadosa para evitar alergias, problemas de salud en el futuro y crear una relación inadecuada con la comida.
Los beneficios de la lactancia materna exclusiva durante los seis primeros meses de vida han sido promovidos, desde la Fundación de Waal (FdW), en diversos espacios y oportunidades. Es, sin duda la forma natural y más eficiente de alimentar y proteger a los bebés de enfermedades infantiles y algunos padecimientos en su vida adulta. Además, promueve el apego entre la mamá y el niño y fortalece el vínculo mutuo.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda la lactancia materna exclusiva, al menos durante los primeros seis meses del niño y mantenerla hasta los 2 años o más. (Fundación de Waal, 2019). Posterior a ese primer período de exclusividad, se recomienda iniciar la alimentación complementaria, que es un proceso en el que el bebé lactante empieza a recibir alimentos sólidos, semisólidos y líquidos, distintos a la leche materna, como un complemento y no como un reemplazo de esta.
De acuerdo con las sugerencias de la OMS, la introducción de estos alimentos debe realizarse de forma paulatina y ofreciendo alimentos “nutricionalmente adecuados y seguros, mientras se continúa con la lactancia materna hasta los 24 meses o más” (Organización Panamericana de la Salud – OPS, 2021).
La alimentación complementaria debe satisfacer las necesidades nutricionales de los infantes que se encuentran en una etapa de crecimiento y desarrollo, que es decisiva para su desempeño en el futuro. Por lo tanto los alimentos complementarios deben ser adecuados, es decir, deben proporcionar energía, proteínas y micronutrientes al bebé y posteriormente al infante.
En su preparación deben observarse las normas de higiene y conservación oportunas, que minimicen los riesgos de intoxicación, contagio de enfermedades, etc. Por lo tanto se deben mantener las manos limpias siempre, así como los platos, vasos y cucharas que se utilicen para alimentar al bebé.
De igual manera, se recomienda que estos alimentos se ofrezcan a los infantes, de acuerdo a sus señales de apetito, respetando su sensación de saciedad y no obligándolos a comer sin tener hambre. Se debe alentar a los bebés a participar activamente en su alimentación, es decir, que puedan sostener y llevarse a la boca la cuchara, o utilizando sus dedos y manos (que deben estar completamente limpios).
En el documento Estrategia Mundial para la Alimentación del Lactante y del Pequeño (OMS y Unicef, 2003) se hace hincapié en la importancia de iniciar esta etapa e ir avanzando, conforme la edad del niño. Y en este punto es importante comprender que los niños pueden empezar a ingerir alimentos distintos a la leche materna cuando su cuerpo tiene un estado óptimo de maduración cerebral, gastrointestinal, inmunológica y motriz.
Las recomendaciones de la Asociación Española de Pediatría sobre la alimentación complementaria señalan que se considera que un bebé está preparado para iniciar esta etapa cuando adquiere las destrezas psicomotoras que permiten manejar y tragar de forma segura los alimentos. Y aunque el proceso de desarrollo es diferente en cada niño, por lo general este tipo de capacidades se adquieren durante el sexto mes de vida. (Marta Gómez Fernández-Vegue, Comité de Lactancia Materna y Comité de Nutrición de la Asociación Española de Pediatría, 2018).
Los padres y cuidadores deben permanecer atentos, ya que cuando los infantes manifiestan interés en la comida que ingieren los demás miembros de la familia, son capaces de tomar comida con sus manos y llevarla a la boca, pueden mantenerse sentados (con o sin apoyo) y ha desaparecido el reflejo de extrusión o expulsión de los alimentos sólidos con la lengua, están listos para los alimentos complementarios.
¿Cómo introducir la alimentación complementaria?
El Ministerio de Salud Pública del Ecuador (MSP) cuenta con una serie de normas y protocolos de alimentación para niños y niñas menores de dos años (MSP, 2013). En estas indicaciones se reitera que el inicio de la introducción de alimentos en el lactante, debe hacerse con una comida diaria a los 6 meses y progresar a dos o tres hasta los 8 meses.
Los grupos de alimentos con los que puede iniciar este proceso han sido ordenados de la siguiente manera:
- Cereales: Arroz, maíz, quinua
- Tubérculos: papa, yuca, camote
- Frutas dulces: manzana, pera, sandía, banano, papaya, melón.
- Verduras: acelga, espinaca, zanahoria, apio, zapallo, remolacha
- Carnes: res, pollo, pavo
- Agua, se debe ofrecer entre comidas
Se trata de alimentos con menor potencial alergénico, que deben ser introducidos de forma progresiva y uno a uno. Como se había mencionado anteriormente, entre los 6 y 8 meses se debe ofrecer una vez por día este tipo de alimentación y repetir el mismo alimento durante 3 a 5 días. De esta manera se logrará una mejor aceptación al sabor y textura de cada producto y se podrá constatar que estas comidas no provocan ninguna reacción alérgica. Una vez que se haya comprobado que el alimento es bien aceptado por el bebé y que no ha producido malestares, se puede pasar al siguiente de la lista. Se puede empezar con una o dos cucharas de los alimentos, hasta ir incrementando la cantidad a un plato pequeño, acorde a la edad del bebé.
Se debe establecer una rutina para las comidas del bebé y acostumbrarlo a comer a la misma hora, si es posible, sentado en su propia sillita. Lo más adecuado es continuar con la leche materna a demanda.
Al octavo mes se deben dar comidas principales y dos refrigerios por la mañana y la tarde, de acuerdo con el apetito de cada niño y continuar con la lactancia materna a libre demanda. A partir del primer año, el desayuno, el almuerzo, la merienda y la cena se establecerán de acuerdo con las dinámicas de la familia. (Unicef, Alimentación entre los 6 meses y los 3 años, 2019)
Los alimentos deben tener una consistencia semisólida como puré o papillas espesas. Tanto para aquellos que requieren cocción, como los que se consumen crudos (frutas) deben ser aplastados con tenedor, para lograr la textura deseada. Se desaconseja ofrecer alimentos licuados a los bebés, ni se debe agregar sal o azúcar a las comidas que se le dará.
“Los huevos son alimentos muy nutritivos. Su yema es muy rica en hierro. Ayudan a variar las comidas y poner en práctica nuevas ideas. A los 6 meses ya pueden incluirlos, primero rallados y luego picados.” (Unicef, Orientaciones para un crecimiento saludable a partir de los 6 meses, 2019)
Es importante considerar que hasta que el niño no cumpla su primer año de vida no se deben dar alimentos que suelen causar alergias como, pescado, soya, maní, durazno, frutas cítricas, leche de vaca y sus derivados, moras, frambuesas y chocolate.
Hasta que no tenga un mínimo de 8 meses de edad no se deben ofrecer productos con gluten (aquellos elaborados con trigo, avena, centeno o cebada, como el pan y las galletas). Previamente deben haberse introducido los cereales sin gluten, bien cocidos en forma de papillas (arroz, avena, quinua). Igualmente, hasta los ocho meses el bebé no debe comer crucíferas, como la col, brócoli, coliflor y rábanos.
A los nueve meses se puede empezar a ofrecer el pescado, que debe ser fresco y estar bien cocido y hasta los 12 meses no se debe proporcionar carne de cerdo. Evitar todo el tiempo que sea posible, las bebidas como jugos embotellados, gaseosas, tés y café, debido a su bajísimo o nulo valor nutritivo. Así también se aconseja no reemplazar las papillas o alimentos semisólidos por sopas o caldos líquidos, con escaso aporte calórico.
No se deben ofrecer frutos secos o frutas crudas como uvas, hasta los tres años, debido al riesgo de atragantamiento. Es fundamental recalcar que los niños pueden seguir disfrutando de los beneficios de la lactancia materna pasado el primer año de vida, ya que aunque ya no sea la fuente principal de su aporte nutricional en esta nueva etapa, continúa ofreciendo ventajas para su salud, su desarrollo cognitivo y emocional.
FUENTES:
Estrategia Mundial para la Alimentación del Lactante y del Pequeño, OMS y Unicef, 2003.
Recomendaciones de la Asociación Española de Pediatría sobre la alimentación complementaria, Marta Gómez Fernández-Vegue, 2018.
Lactancia materna y alimentación complementaria, OPS, 2021
Normas y protocolos de alimentación para niños y niñas menores de 2 años, Ministerio de Salud Pública del Ecuador, 2013
La alimentación complementaria adecuada del bebé, Santa Jiménez Acosta, Unicef, 2019.
Alimentación entre los 6 meses y los 3 años, Unicef, 2019.
Orientaciones para un crecimiento saludable a partir de los 6 meses, Unicef, 2019.
La lactancia materna es lo mejor para tu bebé, Fundación de Waal, 2019.
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