La Fundación de Waal (FdW) trabaja en la generación de acciones concretas para promover una cultura de prevención de deficiencias y discapacidades en el bebé por nacer. Uno de los ejes fundamentales para cumplir con este objetivo es la formación de mediadores y promotores territoriales. El programa DGD Empoderamiento económico y social de adolescentes y jóvenes, particularmente mujeres, que se implementa actualmente en Ecuador es una experiencia de gestión territorial exitosa.
Santiago Recalde, director ejecutivo de FdW en Ecuador, explica que si bien cierto en los últimos años, la mediación es un término que se asocia con la práctica legal, como una herramienta para “desescalar niveles de conflictividad jurídica y destrabar procesos que a veces llevaban años, la mediación no pertenece exclusivamente al ámbito del Derecho”, indica, ya que su rol va mucho más allá.
Los mediadores se ubican de forma independiente y objetiva entre distintos actores para construir o intercalar redes de colaboración. La FdW trabaja con la mediación pedagógica, que es un concepto que viene desde la educación popular. El mediador pedagógico busca construir conceptos, valorando la experiencia de las diferentes personas que integran las comunidades, para construir nuevas estructuras en función de escuchar y conocer la realidad del entorno.
A través de la mediación territorial se produce una reflexión en función de cada experiencia de vida, compartiendo y complementando información, para luego llevarla a la acción y de esta manera generar una serie de cambios permanentes.
La mediación se puede enfocar en individuos, pero también en grupos y en comunidades, que se implican en construcciones conjuntas y transformadoras, para crear una pirámide de cambio positivo. Desde la educación popular, las personas que adquieren estas condiciones se ven como sujetos de cambio, capaces de liderar su propio destino, posicionándose como protagonistas y no solo como actores.
Los procesos de trabajo territorial también se orientan a la realización de diagnósticos participativos, en los que el papel del mediador territorial es activo, como parte de un diálogo horizontal y respetuoso.
FdW en territorio: sinergias para la transformación
“La FdW nace en 1985. A partir de 1995 hemos generado nuevos modelos de mediación y desde finales de los 2000 hemos estructurado modelos híbridos digitales, pero también presenciales. Para nosotros el modelo actual es definitivamente el de las alianzas, ya que estas son la mejor forma de trabajar en territorio, para poder transferir los conocimientos de manera compartida y complementaria con las instituciones con quienes nos vamos aliando. Construir alianzas también permite tener sinergias, de manera que las comunidades sepan que están acompañadas”, explica el Director de la FdW en Ecuador.
Las alianzas territoriales permiten aprovechar al máximo los recursos para complementar las líneas de acción entre las experticias de cada una de las organizaciones aliadas. Uno de los aspectos más importantes de este tipo de vinculaciones se relaciona con la ruptura de las estructuras clientelares, que suelen ser prácticas comunes en determinados territorios.
El programa DGD Empoderamiento económico y social de adolescentes y jóvenes, de entre 14 y 29 años, particularmente mujeres, es uno de esos espacios de unión, en los que la acción de los mediadores territoriales es un pilar fundamental para el cumplimiento de los objetivos.
Se ejecuta desde el 2022 en el Ecuador, en las comunidades del cantón Simiatug de la provincia de Bolívar y varias comunidades de los cantones de Urdaneta y Ventanas (provincia de Los Ríos).
La iniciativa, que se realiza en conjunto con Plan Internacional y a la que se han sumado otras instancias como Codespa y Redni, se desarrollará hasta el 2026. La vinculación surgió a través de los puntos comunes entre la Fdw y Plan Internacional, para la prevención del embarazo adolescente, la lucha contra la desnutrición crónica infantil (DCI), el empoderamiento de los adolescentes y la concienciación sobre sus derechos sexuales y reproductivos.
El experto destaca los pasos que se han dado a través de esta alianza y que han permitido la generación de nuevas herramientas, metodologías y contenidos para responder a cada realidad territorial. Precisamente la diversidad que se observa en el Ecuador, requiere de una caracterización específica de acuerdo a las zonas de intervención y que pueden ser identificadas por el mediador territorial.
El conocimiento a profundidad de las condiciones socioeconómicas y culturales de cada territorio es prioritario para medir los avances dentro de cada programa.
En ese sentido Lupita Martínez, técnica de territorio en Simiatug y responsable de la ejecución de este proyecto en ocho comunidades de la zona, señala las particularidades del sector, con una preponderancia de población indígena, con un grado de educación básico, caracterizado por un ingreso tardío a la escolarización, aunque se destaca el deseo de los adolescentes y jóvenes de completar los estudios y lograr una profesión, con la motivación de sus padres, quienes se dedican mayoritariamente a la agricultura y la ganadería.
Así también se registran altos niveles de embarazo adolescente, “lamentablemente en esta comunidad, por patrones culturales, se fomenta que las chicas tengan hijos desde muy jóvenes. Para superar esta problemática las adolescentes deben empoderarse en su sexualidad y tomar decisiones asertivas y responsables de acuerdo a su edad. Una de las mayores consecuencias de los embarazos adolescentes es el nacimiento de niños con DCI”, indica la técnica.
El trabajo de prevención en estos territorios se realiza con la promoción del proyecto de vida de cada adolescente y con la vinculación de los padres de familia, a quienes se les considera como los primeros promotores para impulsar los planes académicos, profesionales, laborales, etc. de sus hijos.
De su lado, Fernando Hidalgo, técnico del proyecto en la provincia de Los Ríos, destaca el nivel de confianza que se ha logrado en cada una de las comunidades en las que se está trabajando, gracias a un proceso en el que se ha mantenido un diálogo permanente y respetuoso con los habitantes de las localidades, así como con una transmisión adecuada e informada de los diferentes conocimientos, que se han compartido a la comunidad.
Los procesos aplicados en las zonas de intervención han podido ser evaluados en actividades de resonancia, como la realización de casas abiertas, en la que los adolescentes y los padres de familia presentaron los conocimientos adquiridos en las sesiones formativas. Así también se dieron espacios para que la comunidad pueda expresar sus manifestaciones culturales.
Uno de los puntales fundamentales para la planificación de las acciones, la incidencia, los tiempos y otros aspectos del diseño de este tipo de intervenciones, proviene de los datos obtenidos en las encuestas de conocimientos, actitudes y prácticas, que se aplican a los actores y que permiten que los mediadores territoriales tengan un aprendizaje más profundo de los territorios.
Para Santiago Recalde “un buen gestor territorial es alguien que hace la mediación, pero que también se vuelve parte de la comunidad”.
Si deseas conocer más sobre el trabajo de nuestros mediadores territoriales, consulta el FB Live que realizamos sobre este tema:
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